"Al
igual que la estrella polar de los cielos, pese lo que depare el
futuro, allí está el Redentor del mundo, el hijo de Dios, firme y seguro
como el ancla de nuestra vida inmortal. Él es la roca de nuestra
salvación, nuestra fortaleza, nuestro consuelo, el núcleo mismo de la
fe." (Pte. Gordon B Hinckley, "Miramos a Cristo" Liahona, julio de 2002, pág.101.)
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